jueves, 4 de diciembre de 2008

La vía del cuadro


Hoy no puedo pensar en política con este frío.
Al mediodía me comí una pechuga de pollo con salsa de bechamel que por algún motivo me recordaba la salsa bernesa que me gustaba tanto del hotel Embajador de la Republica Dominicana.
Por cierto que sus decorados de maderitas en rombos y tablas de agujeros estilo oriental y sus mesoneros con pajarita y los macramés, maceteros envueltos en cordel blanco tejido que los envuelven y cuelgan del techo le daban a la salsita pigmentada un toque primoroso de elegancia solo superada el año nuevo que me invitó mi tío a pasar el año nuevo en el palco de Balaguer ,el siempre repetido presidente, que daba a la zona colonial iluminada especialmente esa noche y con grupos musicales hasta el amanecer.
Era como una chica francesa que un día en Barcelona conocí haciendo notas sobre grabados a plumilla de Picasso en una sala de exposiciones del artista. Elaboraba su tesis doctoral en Nanterre sobre el pintor y llevaba dos años estudiando todos los días sus dibujos.
O como un polaco que en el acto cultural del simposio Socialismo, en Parque Central, en el que nos empezábamos a sorprender con la apertura de mercado de Hungría se puso a bailar sin gracia la canción tocada por Un Solo Pueblo, Vámonos muchachos, luego de un golpe tuyero con arpa y bailarina purísimo que interpreto un grupo de aquellos lares.
La Gioconda en París estaba tan admirada que tuve que esperar un rato para verla bien escuchando aclamaciones de admiración de señores calvos enflusados embelesados
¡Vive La France ¡
En el castillo de San Miguel o algo así en Roma las pinturas eran tan parecidas a los protagonistas de las películas que volví varias veces a verlas. Casi todas de la edad media o el renacimiento
Y en la catedral de Valencia los santos dominicos de la inquisición y prédica en America están retratados con una maestría que pareces sentir el fervor que transmiten en su mirada en el claroscuro de luz sobre sus cabezas y el misal, que siempre viene del cielo
Los arcos de las mezquitas y los finos almogávares en el patio de luces del templo que cuando fue palacio estaba también repleto de columnas, fuentes y agua.
En Granada me leyó la mano una gitana de cabello y ojos muy negros, que vendía flores de otoño.-Que buena estrella tiene –Me dijo-Su horizonte se pierde en el infinito
-Como no sea en el concepto de límite matemático –Pensé cuando bajaba la subida de la Alhambra.
La pintura tropieza con nuestro saber mas in mediato. Las jirafas, leones y tigres del arte naif plano y sin perspectiva haitiano han pasado oral y visualmente de padres a hijos y son el símbolo del paraíso terrenal que se ubica en un lugar remoto.
El colorido de estas obras artísticas con su combinación con el ratán en la decoración tiene la fuerza de una raza proveniente de cinco etnias africanas distintas que puebla un enorme peñasco con algunas zonas de cultivos de azúcar y algodón.
Curiosa mezcla de arte de tallas de madera estilizadas y cuadros pintorescos en un país que exporta pelotas de baseball y hace años llego a vender sangre donada a 1 dólar el litro.
En un pueblo de playa mediterráneo conocí a través de un hermano mío un pintor joven que retrataba ancianos pescadores junto al mar. Con sus barcas y sus cañas.
Sus rostros enjutos curtidos, resecos y arrugados expresaban la lejana concretez de hombres que en otros tiempos salían antes del alba y regresaban al anochecer retando un mar a veces un poco picado para traer las embarcaciones repletas de pescado.
Se iba el amigo a veces a trabajar a Libia con un tractor y regresaba con mucho dinero. Era dueño de un penthouse (ático) enorme y en las paredes colgaban unas 100 pinturas de la india donde había estado seis meses y había dibujado los bocetos.
Decía que en la tierra del Brahmaputra te asustaban con la mirada los hindis…aquellos de la independencia pacifica y las castas.
Alemania y los flamencos holandeses son tan buenos como los austríacos antiguos y modernos, que en Viena una vez al año puedes visitar en La noche de los museos, en que al menos 20 permanecen abiertos hasta las tantas y el desayuno, y hasta ver las joyas de los emperadores.
El museo de arte de Nueva York, aunque el primer día solo vi la sección del antiguo Egipto, que por cierto me resulto muy útil cuando estuve en El Cairo, es también de mucho interés tal como el Prado de Madrid
Y en Venezuela el de arte Moderno, La Galería de arte nacional y el de Soto de Ciudad Bolívar, de donde recuerdo en especial después de la zona junto al río las ruinas de una iglesia adentradas en la selva amazónica.
El cuadro lo pinta el artista que por lo general tiene una sensibilidad que a los legos nos costaría años y años y seguramente nunca la alcanzaríamos.
Me gusta mirar las pinturas y como con la del Bulevar de los Capuchinos de Manet meterme adentro e imaginarme allí. Es como disfrutar de la historia, la fantasía y el ambiente insospechado de mil mundos estáticos o cinéticos diferentes.


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