En el 2000 estando ya hacia fines de mi misión en Naciones Unidas en Kosovo me pidieron unos estudiantes de la Universidad de Prístina que fuese a tomarme un café con ellos después de comer al mediodía.
La invitación me la hacia el mesonero habitual de unos 20 años que trabajaba en el café donde yo iba todos los días enfrente de mi oficina. Era un chico joven y simpático y se ganaba un sueldo para complementar su beca de 50 dólares que le daban para pagar sus estudios y la residencia con comida
Llegue al día siguiente y nos quedamos charlando todo el grupo de unos 20 estudiantes de la escuela de Geografía y yo hasta las 10 de la noche.
Tomamos película y después de ver sus fotos y las de sus amigos, familiares y novias en los barracones contiguos donde vivían, regrese a casa, pues las K-Force ya me habían advertido que en los predios de la Universidad era peligroso por motivos de tipo político permanecer después del atardecer y un tanque de guerra montaba guardia en la puerta.
Habíamos hablado de muchas cosas. Parte de su conversación estuvo referida a la Ética y la Estética que yo después supe que era un tema tratado en el libro del mismo nombre de la profesora Amelia Valcárcel, y realmente había sido interesante
Yo recordaba un artículo leído en Selecciones del Readers Digest sobre un grupo de soldados alemanes nazis en la segunda guerra mundial que al entrar en nochebuena a una trinchera junto a un árbol se encontraron a otro grupo norteamericano comiéndose un pollo el día de Navidad en nochebuena
Titubearon ambos y en vez de sacar sus armas comieron juntos sin decir palabras y luego se fueron-
El ambiente de la Navidad había logrado un milagro.
Me habían contado los muchachos que en la época de cuando Tito mandaba en Yugoslavia convivían en Kosovo Serbios y Albaneses. Si había en algún grupo algún serbio los albaneses hablaban su idioma y los matrimonios mixtos, aunque escasos estaban tolerados
En el caso de los albaneses el menor de la siempre muy numerosa familia era el mas dado a los contactos extraculturales y el que hablaba con el novio o novia de la otra etnia
Las dificultades legaron con la invasión civil serbia de Milosevic a principios de los 90,
Y a los rebeldes se les metía preso a un familiar para que se estuviesen tranquilos
El odio entre los dos pueblos llego a ser muy fuerte y las revueltas comenzaron cuando un estudiante tiro su plato de comida en el comedor de la Universidad gritando que no le gustaba la comida serbia porque el era albanés.
Mi interés era centrarme en la posibilidad de convivencia de los dos pueblos y explorar su factibilidad real en el pasado y futuro.
Seguimos con anécdotas y días mas tarde tuve que reñir a otro mesonero, este serbio y del restaurante de Naciones Unidas porque se había puesto unos lentes oscuros y se había ido a una manifestación de albanokosovares a curiosear.
Tiempo después en España me fui a ver la película En tierra de Nadie
El asunto se había extrapolado a los serbios y croatas en la guerra de Bosnia
La película se había hecho en base a nuestra conversación aquella tarde en la Universidad y el protagonista era idéntico al joven estudiante mesonero de mi café y el croata que queda atrapado al mesonero intrépido que andaba de incógnito por Kosovo arriesgando su vida
La música del fin en un momento alto de dramatismo corresponde a la de una misa negra, a la que con autorización del cura católico había yo asistido dos años atrás en Fordlaudale, Florida
Me sentí muy halagado que de la profundidad y frescura de unos estudiantes veinteañero de Prístina hubiese salido un premio Oscar
Sinopsis
Esta es la historia de dos soldados, Ciki y Nino, uno bosnio y el otro serbio, que se encuentran atrapados entre las líneas enemigas, en tierra de nadie, durante la guerra de Bosnia de 1993. Mientras Ciki y Nino tratan de encontrar una solución a su complicado problema, un sargento de los cascos azules de las Naciones Unidas se prepara para ayudarles, contraviniendo las órdenes de sus superiores. Los medios de comunicación son los encargados de transformar una simple anécdota en un show mediático de carácter internacional. Mientras la tensión entre las diferentes partes va en aumento y la prensa espera pacientemente nuevas noticias, Nino y Ciki tratan por todos los medios de negociar el precio de su propia vida en medio de la locura de la guerra.
Referencias
Es la primera película de ficción dirigida bosnio Danis Tavonic, autor de varios documentales que han sido premiados en distintos Festivales, algunos de los cuales tratan sobre la guerra en su país. Asimismo es el guionista y compositor de la banda sonora. En la actualidad vive en Francia y tiene nacionalidad belga.
Los protagonistas son Branko Djuric y el croata Rene Bitorajac (Garibaldi).
Les acompañan en el reparto Georges Siatidis (El tren de la vida); Katrin Cartlidge (El peso del agua, Claire Dolan, Inocencia robada) y Simon Callow (Cuento de Navidad, Ni en tu casa ni en la mía).
El director de fotografía es Walther Vanden Ende (Corazones enfrentados, El profesor de música, Toto el héroe, Farinelli).
La película está rodada en Eslovenia, antigua república de Yugoslavia que se parece mucho a Bosnia desde el punto de vista geográfico.
Obtuvo la Perla del público en el Festival de Cine de San Sebastián 2001.
Consiguió el premio al mejor guión en el Festival de Cine de Cannes 2001 y en los Premios del Cine Europeo 2001.
Obtuvo el Oscar y el Globo de Oro 2002 a la mejor película extranjera.
EN TIERRA DE NADIE, de Danis TanovicEsta es la historia de dos soldados, Ciki y Nino, uno bosnio y el otro serbio, que se encuentran atrapados entre las líneas enemigas, en tierra de nadie, durante la guerra de Bosnia de 1993. Mientras Ciki y Nino tratan de encontrar una solución a su complicado problema, un sargento de los cascos azules de las Naciones Unidas se prepara para ayudarles, contraviniendo las órdenes de sus superiores. Los medios de comunicación son los encargados de transformar una simple anécdota en un show mediático de carácter internacional. Mientras la tensión entre las diferentes partes va en aumento y la prensa espera pacientemente nuevas noticias, Nino y Ciki tratan por todos los medios de negociar el precio de su propia vida en medio de la locura de la guerra.
Referencias
Es la primera película de ficción dirigida bosnio Danis Tavonic, autor de varios documentales que han sido premiados en distintos Festivales, algunos de los cuales tratan sobre la guerra en su país. Asimismo es el guionista y compositor de la banda sonora. En la actualidad vive en Francia y tiene nacionalidad belga.
Los protagonistas son Branko Djuric y el croata Rene Bitorajac (Garibaldi).
Les acompañan en el reparto Georges Siatidis (El tren de la vida); Katrin Cartlidge (El peso del agua, Claire Dolan, Inocencia robada) y Simon Callow (Cuento de Navidad, Ni en tu casa ni en la mía).
El director de fotografía es Walther Vanden Ende (Corazones enfrentados, El profesor de música, Toto el héroe, Farinelli).
La película está rodada en Eslovenia, antigua república de Yugoslavia que se parece mucho a Bosnia desde el punto de vista geográfico.
Obtuvo la Perla del público en el Festival de Cine de San Sebastián 2001.
Consiguió el premio al mejor guión en el Festival de Cine de Cannes 2001 y en los Premios del Cine Europeo 2001.
Obtuvo el Oscar y el Globo de Oro 2002 a la mejor película extranjera.
Por Javier Castro
Francia / Italia / Eslovenia / Reino Unido / Bélgica, 2001. T.O.: No Man's Land. Director: Danis Tanovic. Productores:Marc Baschet, Frédérique Dumas, Marion Hänsel y Cédomir Kolar. Guión: Danis Tanovic. Fotografía: Walther Vanden Ende, en color. Diseño de producción: Dusko Milavec. Música: Danis Tanovic. Montaje:Francesca Calvelli . Duración: 98 minutos. Intérpretes: Branko Djuric (Ciki), Rene Bitorajac (Nino), Filip Sovagovic (Cera), Katrin Cartlidge (Jane), Simon Callow (Soft), Georges Siatidis (Marchand), Alain Eloy (Pierre), Sacha Kremer (Michel).
inicio
El conflicto desde dentro
Según parece, es sano para nuestra salud psicológica encontrar algo bueno en todo lo que nos rodea, incluso en las circunstancias más penosas y adversas. Incluso en las más absurdas guerras. Como mi capacidad de análisis y mis conocimientos de las circunstancias políticas y sociales de los Balcanes se limita a lo visto en los telediarios varios, fuentes inagotables de maniqueísmos y manipulaciones, me ceñiré a lo que en esta página se trata, que es el cine. Y ahí es donde esta guerra a dado sus mejores frutos, aunque hubiera sido preferible quedarse sin catarlos.
Hay dos películas que se jactan de ser las primeras rodadas acerca de, y en el conflicto, aunque ambas desde fuera. En La mirada de Ulises, del griego Theo Angelopoulos (director también de la magnífica La eternidad y un día), sin ser esta guerra el tema central de la cinta, (el protagonista, Harvey Keitel, busca los negativos de la primera película griega), si que en la parte última se desarrolla en el centro mismo del conflicto, dejando para la historia del cine esas secuencias entre la niebla que permite a los habitantes de la ciudad disfrutar del bullicio de las calles ocultos de losfrancotiradores. Pero esta misma niebla nos devolverá al horror que produce el sentir la violencia a nuestro lado sin poder verla.En Wellcome to Sarajevo del chico de oro inglés Michael Winterbottom (director entre otras de la gloriosa Wonderland) retrata a un grupo d eperiodistas que trata de sacar a unos niños de Sarajevo. El punto de vista de los periodistas es el que más juego ha dado en estas películas, ya que son también protagonistas en la española Territorio comanche (GerardoHerrero) y la reciente Las flores de Harrison de Elie Chouraqui, y con papeles destacados en Before the rain, estupenda película de Milcho Manchevski y la que hoy nos ocupa, En tierra de nadie. En alguna de ellas,especialmente en Las flores de Harrison, da la impresión de que compiten entre ellas por mostrar la barbaridad mayor (recordad la secuencia en que unos milicos meten a unos críos en una habitación y arrojan una granada dentro). Pero exceptuando la de Angelopoulos son las películas rodadas porlos propios yugoslavos (o lo que sean ahora) las que dan una dimensión moral mayor a la tragedia. Mención aparte merecen el cine de Emir Kusturica, al que se ha acusado de pro-Servio y algunos de cuyos títulos anteriores a la guerra ya dejaban claro que algo iba mal, y El polvorín, de Goran Paskaljevic (director de la galardonada "La otra América"), visión urbana del conflicto desde el punto de vista de los propios Servios, desmoralizante y sobrecogedora en su mensaje (aunque como película a mi no me hizo mucha gracia).
¿Qué aporta la cinta que (parece mentira) ahora nos ocupa? Pues ni mas ni menos que el punto de vista de las trincheras. En toda la cinta apenas se sale de una. Contaré primero someramente de qué va, para no reventársela a nadie. Un grupo de soldados bosnios se pierde en la noche y la niebla mientras busca el frente, y al amanecer se dan cuenta de que están en medio del campo de batalla y a tiro de los servios. Sólo dos sobreviven. Un par de servios van a la trinchera a ver lo que ha ocurrido y allí se encuentran alos supervivientes, quedando unos a merced de los otros y cambiándose los papeles alternativamente. Ahí es donde entra en juego la "comunidad internacional", que trata de cumplir su misión de no intervenir, con todo éxito, y que aparecerá sólo cuando una periodista (la gran Katrin Cartlidge, a la que vimos en Rompiendo las olas o Before the rain) meta las narices. Es unespectáculo gratificante ver a estos soldados de la paz, tan aclamados ensus países de origen, cumplir su labor con tanta diligencia y eficacia... Lo han demostrado hasta la saciedad, (y lo siguen haciendo), y este es uno de los puntos donde la cinta se muestra más crítica.
A pesar de lo dramático que pueda parecer, la película trata el tema con humor, al menos en la primera parte, y sin maniqueísmos (dejando a todos igual de mal, quiero decir), dando un punto de vista más cercano a la realidad (creo) que los telediarios o las películas de otros países. Los actores cumplen, (yo siento debilidad por Katrin Cartlidge), y el director se mueve con eficacia en un guión que crece en intensidad dramática sin fisuras, sin que en ningún momento decaiga la película. Tras los premios en Cannes (mejor guión) y otros festivales, y el reciente y merecido oscar a la mejor película extranjera (al menos entre las tres que he visto era mi favorita), quizá se relance esta película sin concesiones,que da mucho que pensar (una de las funciones, a mi entender, del cine), y que bien merece una sala llena.
El conflicto desde dentro
Según parece, es sano para nuestra salud psicológica encontrar algo bueno en todo lo que nos rodea, incluso en las circunstancias más penosas y adversas. Incluso en las más absurdas guerras. Como mi capacidad de análisis y mis conocimientos de las circunstancias políticas y sociales de los Balcanes se limita a lo visto en los telediarios varios, fuentes inagotables de maniqueísmos y manipulaciones, me ceñiré a lo que en esta página se trata, que es el cine. Y ahí es donde esta guerra a dado sus mejores frutos, aunque hubiera sido preferible quedarse sin catarlos.
Hay dos películas que se jactan de ser las primeras rodadas acerca de, y en el conflicto, aunque ambas desde fuera. En La mirada de Ulises, del griego Theo Angelopoulos (director también de la magnífica La eternidad y un día), sin ser esta guerra el tema central de la cinta, (el protagonista, Harvey Keitel, busca los negativos de la primera película griega), si que en la parte última se desarrolla en el centro mismo del conflicto, dejando para la historia del cine esas secuencias entre la niebla que permite a los habitantes de la ciudad disfrutar del bullicio de las calles ocultos de losfrancotiradores. Pero esta misma niebla nos devolverá al horror que produce el sentir la violencia a nuestro lado sin poder verla.En Wellcome to Sarajevo del chico de oro inglés Michael Winterbottom (director entre otras de la gloriosa Wonderland) retrata a un grupo d eperiodistas que trata de sacar a unos niños de Sarajevo. El punto de vista de los periodistas es el que más juego ha dado en estas películas, ya que son también protagonistas en la española Territorio comanche (GerardoHerrero) y la reciente Las flores de Harrison de Elie Chouraqui, y con papeles destacados en Before the rain, estupenda película de Milcho Manchevski y la que hoy nos ocupa, En tierra de nadie. En alguna de ellas,especialmente en Las flores de Harrison, da la impresión de que compiten entre ellas por mostrar la barbaridad mayor (recordad la secuencia en que unos milicos meten a unos críos en una habitación y arrojan una granada dentro). Pero exceptuando la de Angelopoulos son las películas rodadas porlos propios yugoslavos (o lo que sean ahora) las que dan una dimensión moral mayor a la tragedia. Mención aparte merecen el cine de Emir Kusturica, al que se ha acusado de pro-Servio y algunos de cuyos títulos anteriores a la guerra ya dejaban claro que algo iba mal, y El polvorín, de Goran Paskaljevic (director de la galardonada "La otra América"), visión urbana del conflicto desde el punto de vista de los propios Servios, desmoralizante y sobrecogedora en su mensaje (aunque como película a mi no me hizo mucha gracia).
¿Qué aporta la cinta que (parece mentira) ahora nos ocupa? Pues ni mas ni menos que el punto de vista de las trincheras. En toda la cinta apenas se sale de una. Contaré primero someramente de qué va, para no reventársela a nadie. Un grupo de soldados bosnios se pierde en la noche y la niebla mientras busca el frente, y al amanecer se dan cuenta de que están en medio del campo de batalla y a tiro de los servios. Sólo dos sobreviven. Un par de servios van a la trinchera a ver lo que ha ocurrido y allí se encuentran alos supervivientes, quedando unos a merced de los otros y cambiándose los papeles alternativamente. Ahí es donde entra en juego la "comunidad internacional", que trata de cumplir su misión de no intervenir, con todo éxito, y que aparecerá sólo cuando una periodista (la gran Katrin Cartlidge, a la que vimos en Rompiendo las olas o Before the rain) meta las narices. Es unespectáculo gratificante ver a estos soldados de la paz, tan aclamados ensus países de origen, cumplir su labor con tanta diligencia y eficacia... Lo han demostrado hasta la saciedad, (y lo siguen haciendo), y este es uno de los puntos donde la cinta se muestra más crítica.
A pesar de lo dramático que pueda parecer, la película trata el tema con humor, al menos en la primera parte, y sin maniqueísmos (dejando a todos igual de mal, quiero decir), dando un punto de vista más cercano a la realidad (creo) que los telediarios o las películas de otros países. Los actores cumplen, (yo siento debilidad por Katrin Cartlidge), y el director se mueve con eficacia en un guión que crece en intensidad dramática sin fisuras, sin que en ningún momento decaiga la película. Tras los premios en Cannes (mejor guión) y otros festivales, y el reciente y merecido oscar a la mejor película extranjera (al menos entre las tres que he visto era mi favorita), quizá se relance esta película sin concesiones,que da mucho que pensar (una de las funciones, a mi entender, del cine), y que bien merece una sala llena.
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